Películas como
Gladiator, de Ridley Scott, y series de televisión como
Roma o
Spartacus han avivado el interés por el legado romano en España. Amantes de la buena vida, los romanos trajeron consigo los secretos de la elaboración del vino, inventaron los restaurantes de comida rápida (
thermopolium), las panaderías (
pistrinum) y la calefacción por suelo radiante (
hipocausto o
gloria), un sistema común hasta hace nada en las casas de labranza de Castilla y León (en la casa donde yo nací, a pocos kilómetros de la
villa romana de Santa Lucía, en Aguilafuente, Segovia, el suelo siempre estaba calentito).
01 Minas de oro de Las Médulas (El Bierzo, León)
En la comarca leonesa de El Bierzo, al noroeste de los montes Aquilanos, la mina de oro más grande excavada por los romanos dejó uno de los parajes más sorprendentes de la península Ibérica, con cerros y pináculos de arenisca roja sobresaliendo entre los bosques de castaños. La mejor hora para asomarse a Las Médulas es el atardecer, desde el mirador de Orellán, que se abre al gran anfiteatro del yacimiento. El sistema de extracción, denominado en latín
ruina montium, consistía en horadar la montaña, trazando en ella complejos sistemas de galerías. El agua traída en canales era lanzada por los túneles y su fuerza rompía la montaña dejando al descubierto el codiciado oro.
/ EL PAÍS / GENIN ANDRADA
02 Muralla romana de Lugo
Cada año, durante tres días de junio, la vetusta
Lucus Augusti (Lugo) revive su pasado romano con las celebraciones de Arde Lucus, un festival con espectáculos de circo, luchas de gladiadores, carreras de cuadrigas y bodas celtas. La ruta de la Lugo romana se extiende a lo largo de su muralla, construida en el siglo III, con una longitud de 2.266 metros que se pueden recorrer en un paseo por el adarve.
/ EL PAÍS / XURXO LOBATO
03 Vía de la Plata (Varias provincias)
Entre las infraestructuras que permitieron consolidar las conquistas y colonización de Roma están las calzadas, caminos pavimentados que permitían el tránsito de personas y mercancías entre los confines del imperio. A las que iban desde Itálica, en las afueras de Sevilla, hasta
Emérita Augusta (Mérida, Badajoz) para continuar después hasta
Asturica Augusta (Astorga, León), donde se une al Camino de Santiago, se la conoce hoy como Vía de la Plata, y se ha convertido hoy en uno de los grandes recorridos senderistas en España. A lo largo de la ruta se pueden ver tramos del pavimento original, puentes, miliarios y
mansios (estaciones de posta) como Cáparra, con su famoso arco sobre cuatro pilares.
/ TURISMO DE AMBROZ
04 Mérida (Badajoz)
El conjunto arqueológico monumental más completo y mejor conservado de la Hispania romana. En cualquier esquina de Mérida (Badajoz) aparecen vestigios de la
Emérita Augusta original, desde el templo de Diana, de época de Tiberio (14 a 37 después de Cristo), al puente sobre el Gudiana, pasando por el imponente teatro que mandó construir el cónsul Marco Agripa en el año 18 antes de Cristo, y que hoy sirve de marco cada verano para el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.
El contemporáneo Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (1980-1985), del arquitecto Rafael Moneo, bebe en las fuentes clásicas para crear un espacio de grandes muros paralelos de ladrillo en los que se abren arcos de las mismas dimensiones que el Arco de Trajano. El resultado transmite monumentalidad creando la ilusión de un espacio abovedado que en realidad no existe.
/ FESTIVAL DE MÉRIDA
05 Villa de La Dehesa (Soria)
Restos de una lujosa
domus rural, datada entre los siglos III y IV, que se descubrió en 1927 en el pueblo de Cuevas de Soria, a cinco kilómetros de Numancia y 30 de la capital de la provincia. La villa conserva 30 estancias pavimentadas con 1.400 metros cuadrados de mosaicos geométricos, con inscripciones que han permitido identificar a sus antiguos propietarios: la familia de los Irricos. En el yacimiento encuentra el Museo Magna Mater de las Villas Romanas, que recrea in situ y de una manera muy didáctica lo que fueron estas factorías agrícolas. La instalación cuenta con un sistema de pasarelas metálicas para recorrer las distintas estancias de la casa sin deteriorarlas.
/ MUSEO MAGNA MATER
06 Tarragona
En la antigua Tarraco, una de las principales ciudades de la Hispania romana, vivió en los años 25 y 26 antes de Cristo el emperador Augusto, que por primera vez dirigió el mundo desde un lugar que no era Roma. Su pasado clásico se puede seguir en el
Museo Arqueológico, el primero de su especialidad en Cataluña (fundado a mediados del XIX), con una valiosa colección de esculturas, cerámicas y mosaicos. Fuera del museo, y también en los alrededores de Tarragona, se puede seguir el rastro de la capital de la provincia de
Hispania Citerior: más de un kilómetro de murallas, un circo, una necrópolis paleocristiana, un anfiteatro con aforo para 15.000 personas junto al mar o el acueducto conocido como
Pont del Diable.
/ JOSEP LLUIS SELLART
07 Cartagena (Murcia)
En el 209 antes de Cristo, durante las guerras púnicas, el general romano Publio Cornelio Escipión, alias El Africano, conquistó lo que hoy es Cartagena (Murcia) y le cambió el nombre de
Quart Hadast (Ciudad Nueva) que le había puesto el general cartaginés Asdrúbal, por el de
Carthago Nova (Nueva Cartago). Un pasado que se puede conocer visitando el
Museo del Teatro Romano, proyecto de Rafael Moneo que comunica a través de corredores subterráneos esta plaza con el gran edificio de espectáculos, capaz para 6.000 personas, escondido detrás y debajo de la catedral antigua. Otro proyecto modélico es el del Barrio del Foro Romano, con termas y salas de banquetes con frescos que desde 2012 se exhiben arropadas por una espectacular cubierta de Atxu Amann, Andrés Cánovas y Nicolás Maruri. Se pueden ver más vestigios en el
Augusteum, la Casa de la Fortuna, la muralla púnica…
/ I. M.
08 Acueducto de Segovia
Uno de los mejores ejemplos de arquitectura civil, también uno de los mejor conservados, el Acueducto de Segovia impone con su engañosa levedad. En su construcción se emplearon más de 20.000 sillares de piedra que dibujan 177 arcos con una altura máxima de 29 metros. Una leyenda segoviana cuenta que lo construyó en una sola noche el Diablo.
/ CRISTÓBAL MANUEL
09 Villa de las Musas (Arellano, Navarra)
Cardus Máximus no es el nombre de un romano feo. Ni
fumarium el lugar reservado a los adictos al tabaco (que, por cierto, aún no existía en Europa) en el Coliseo. Quienes se acerquen hasta Andelos o Arellano, entre otros enclaves romanos repartidos por la Zona Media de Navarra (nada que ver con los
hobbits y elfos de Tolkien), podrán descubrir que el primero es un término urbanístico de la antigua Roma (la calle principal orientada de norte a sur), y el segundo, el lugar donde se envejecía artificialmente el vino. El Museo Arqueológico de Andelos, un proyecto del arquitecto José Luis Franchez en la localidad de Mendigorría, reúne las piezas encontradas en este importante yacimiento y ofrece información al visitante sobre la actividad de esta ciudad romana entre los siglos I y IV.
Mendigorría celebra en junio su Festival Romano, en el que se recrean lugares como el thermopolium (antecedente de los restaurantes de comida rápida), el pistrinum (panadería) y otros establecimientos de la época, además de luchas de gladiadores y banquetes romanos o
convivium. En la comarca de Estella, abrió al público la Villa de Arellano, conocida popularmente como Villa de las Musas, por el mosaico del mismo nombre. El original se encuentra hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, aunque es posible admirar una minuciosa reproducción de la obra en su ubicación original, junto a mosaicos originales restaurados con alusiones a los cultos de Cibeles y Attis.
/ VILLA DE LAS MUSAS
10 Itálica (Santiponce, Sevilla)
Cuna de los emperadores Trajano (53-117) y Adriano (76-138) fue la primera
urbs romana en Hispania. El conjunto arqueológico, a nueve kilómetros del centro de Sevilla, tiene 60 hectáreas, pero la ciudad romana ocupaba el doble. Su anfiteatro, con dos mil años de historia en sus gradas, acoge en verano un festival de teatro clásico y danza.
/ VENUS DE ITÁLICA / CRISTINA QUICLER
11 Baelo Claudia (Bolonia, Cádiz)
De día, bañadores, neoprenos, chanclas y tablas de surf; de noche, togas, clámides y soleas. La playa de Bolonia es famosa por su duna y por las ruinas de
Baelo Claudia, que debe su nombre al emperador romano Claudio (del 10 antes de Cristo al año 54). En Baelo se fabricaba, con tripas de pescado, sal y otros ingredientes la célebre salsa
garum, el k
etchup de los antiguos romanos. Dos mil años después, la ciudad hispanorromana resucita las noches de verano con un programa de teatro clásico bajo las estrellas.
/ DOMINIK ULMER / WIKIMEDIA
12 Carranque (Toledo)
El parque arqueológico de Carranque (Toledo), uno de los cinco con los que cuenta Castilla-La Mancha, conserva un excepcional conjunto de mosaicos romanos realizados en época del emperador Teodosio. La estrella del yacimiento es la Villa de Materno, el típico
domus de una familia patricia donde se pueden contemplar dos interesantes mosaicos: el que representa al Océano y el que recrea la muerte de Adonis.
/ CARLOS PASCUAL
13 La Olmeda (Palencia) y Almenara Puras (Valladolid)
Más de 3.000 metros cuadrados de mosaicos cubren las estancias de la villa romana de La Olmeda (Palencia), del siglo IV. Destacan el que muestra una escena de caza con leones, gacelas y leopardos, y el que representa el episodio de
La Ilíada en el que Ulises descubre al héroe Aquiles, disfrazado de mujer, en la isla de Skyros. Se pueden contemplar, protegidos por una enorme estructura metálica proyectada por los arquitectos Ángela García de Paredes e Ignacio García-Pedrosa, que parece levitar sobre la antigua villa, descubierta en 1968 a seis kilómetros de Saldaña. Gracias a ella, el visitante puede adentrarse en la villa, sin perder nunca de vista su inmensa planta, gracias a unas pasarelas de madera de ipé. Por fuera, el edificio está cubierto por una piel de acero cortén perforada que forma una fachada irregular que se funde con los olmos del paisaje.
En 1887 aparecieron bajo unos terrenos de labor, en la provincia de Valladolid, los restos de otra opulenta villa romana, habitada entre los siglos IV y V, con 400 metros cuadrados de mosaicos perfectamente conservados. Hoy la villa romana de Almenara-Puras se ha convertido en el Museo de las Villas Romanas, una obra que recrea in situ y de una manera muy didáctica lo que fueron estas factorías agrícolas del mundo romano. Un sistema de pasarelas metálicas para recorrer las distintas estancias de la casa sin deteriorarlas y, anexo al museo, se ha construido una reproducción a tamaño natural de una casa de campo romana.
/ WIKIMEDIA